Hace tiempo que no comparto mis querencias con un animalito. He tenido dos perros, siete gatos, tres pericas, dos loros, un caballo, un pollo y un conejo.
Obviamente, por razones de espacio, no puedo conciliar un lugar para una mascota conmigo. Ahora quiero un gato. Otro. Los felinos son los que llevan la delantera en mi corazón por razones de mantenimiento. Cuando tuve a Sam y ella a sus cachorros, no los pude alimentar y la gatita se dedicó a conseguir el alimento. Lo supe al ver la cantidad de ratones muertos que había debajo de la pila.
Se limpian solitos y la única desventaja a mi parecer es el cáustico olor de sus orines. Nada que no se sulucione con una buena arena para sus necesidades.
Contrario a los perros, dependientes del amo y chantajistas, pero lindos. En fin, ahora que estoy donde mis padres me recuerdo de esto al ver al loro Julio que ya no me recuerda de tanto tiempo que no lo vi. Y me mordió el índice, el muy cabrón.
3 comentarios:
Es increíble el vínculo sentimental que los seres humanos tienen con sus mascotas, y ojo, no hablo de zoofilia (que mente más enferma y putrefacta la mía).
Saludos Mahoma, felicitaciones por tu blog. Sabes que me estuve cagando de la risa, ahora que hablas de animales, de nuestro profesor-reptil de artes plásticas, Iguanón. Cuanta cantidad de familia le sacamos a ese cuate (Morishco, cutete, etc).
Cuidate
Tu loro, Julio, me recuerdan a los loros (Concha y Toro) de mi alterego...
Cabal Memo, imposible olvidar al Iguanón y su materia de artes plásticas. Los loros son de mis aves favoritas y me llega un chingo que sean parte de tu imaginario Pablo, saludos muchades.
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