La salud merma conforme los años. Recuerdo que de niño, al inicio de la temporada lluviosa, aparecían los mocos que me acompañaban hasta octubre. De adolescente fue mejor, porque ya solamente me enfermaba dos veces por año y siempre de gripe benigna que jamás me evitó pisar una cancha de básquet.
En mis veintes, esto se redujo a una vez al año y por una semana. El resto de meses los pasaba con una salud de caballo envidiable. Luego, a partir de los 26 años, el peso de las parrandas, desvelos y malas comidas (estúpidas réplicas de malditismo), empezaron a perforarme la panza.
Ahora a los 31 ya me da gripe tres veces por año y padezco de acidez. Anoche tuve fiebre y aluciné (ninguna droga golpea tan fuerte como una subida de grados Celsius) y soñé con cosas olvidadas y otras que espero jamás ocurran. Recuerdo haberme visto correteando en una cancha, solitario y botando la pelota de cuero impasible, una vez y otra. De arriba abajo, sin novedad.
Mascullando las palabras de un discurso fenomenal, El poeta y su mundo, de Wisława Szymborska, mientras pensaba que era cierto. Martillaba los brazos, apuntaba y el tiro hacía un arco perfecto y entraba en el aro. Éramos el mundo y yo y un discurso fenomenal.
hoy me ocurrio tener una charla sobre la salud y la edad, te comparto lo aprendido:
ResponderEliminar"no pesan los años, pesan los kilos"