Se deja lo que no se quiere, sencillo. Las implicaciones de este acto tan humanamente demencial, se enraízan en lo gregario de nuestra escencia. Aburre lo estático y angustia la no pertenencia, la falta de amarras. La dualidad que nos conforma y confronta.
Yo he sido un abandonador, mea culpa, y me han abandonado. En muchos sentidos, claro. No se puede comprar el mañana, pero se toman decisiones para lograr el balance y no perder la aventura. El retorno.
Quien viaja en el orbe, luego de pasar los 20 mil kilómetros de su punto de partida, empieza a regresar. Inevitablemente, las matemáticas son crueles como la poesía. Nunca se puede escapar del todo ni se regresa a lo mismo. Las distancias cambian la manera en que vemos el mundo.
Hay sucesos que dejan muescas en la espada. Irrefutables recuerdos que nunca serán borrados, marcados a hierro rojo en la piel. Y vaya que arde.
Pero también se decide no abandonar, quedarse y resistir el asalto, o ver caer las murallas. Ahora estoy en esas, en la resistencia. Eso curte la piel, la hace fuerte, dibuja tatuajes. Y nos hace solidarios.
puchis mano... ponerle el pecho a la bala pué, A Hard Rain's a-Gonna Fall como diría el señor Robertío Dylan
ResponderEliminarabrazote mano...
cierto, de ponerle banda sonora al post, definitivamente es de Bob Dylan. saludos, bro.
ResponderEliminarHay una constante de gente que vas llevando en la vida. Con los años te das cuenta que todos ya no son los mismos, pero que no ha dependido de uno el dejar de verse, ni de la otra persona. La vida separa, quiza lo importante es dar. Siempre dar.
ResponderEliminarMe gustó lo de las muescas en la espada. Y sí, estoy con los demás, lo importante es dar.
ResponderEliminarAsí es, si uno cesa la comunicación, si se deja de dar, la peste inicia. Saludos amigos.
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