Saben, eso de la muerte es cosa rara. Caminaba por la zona uno haciendo nada, rumbo a mi apartamento con una bolsa de carnitas en la mano y un bote agua en la otra y vi una de las escenas que más me han conmovido: una panel blanca con un ataud de madera.
En una sociedad tan desarraigada del asombro como en la que vivimos, eso es cotidiano, lo que motivó a este escrito fue el niño de traje gris, camisa blanca y corbatita roja que iba dentro de la panel, a la cabeza del féretro, con una de las ventanas corridizas abierta, sentado en un banquito, con una mano en el mentón y los ojos perdidos en la calle.
Detrás, un automóvil negro de vidrios completamente polarizados, construido para el luto, con algunas personas adentro, seguramente dolientes. ¿Qué hacía el pequeño adentro de la panel? ¿Por qué no iba con los otros adentro de esa noche rodante, siendo parte del cortejo fúnebre más patético que he visto? ¿Quién iba dentro del ataúd?
Detrás de ellos, un bus urbano con poca gente también de cara triste, tanto que pensé que era parte de la caravana. Pero no, ellos eran dolientes por otros motivos, la existencia, el año, la época, la vida. Sentí tristeza y no pude con mi almuerzo. Estaba vencido por una fuerza rara que me doblaba los hombros y que ahora que escribo esto empieza a aliviarse.
Sirva este texto a manera de abrazo para el niño triste que viajaba junto a su muerto. Ojalá lo entierre bien y que la pena no lo consuma. No nos consuma.
(IMAGEN TOMADA DE www.loquo.com )
15 comentarios:
hijole pos la verdad que triste escena la que te toco vivir, sobre todo mira lo importante es que no la viste con indiferencia, si no al contrario sin necesidad de vivirla supiste por un momento talvez lo que el niño de traje gris sintio, triste estampa de la urbe guatemalteca. saludos
La escena me recordó el traslado del férretro de mi apa desde acá a su pueblo, 54 kms viendo el carro fúnebre y infeliz cajita moviéndose. No iba por su puesto en la carroza fúnebre pero el sólo hecho de tenerlo frente a mi en tortuosa caravana fue una experiencia asquerosa. No puedo imaginarme a un niñito viajando tan cerca del cuerpo inerte...y uno sólo puede pensar en quién doblan las campanas...
BLACK WIZARD: la gente se torna más indiferente conforme la sociedad violenta. Creo que el sentido es dejar la abulia y volvernos partícipes de este país en que vivimos, slaudos mano y gracias por la visita!
CHICABORGES: qué lo siento, nuestros muertos siempre encuentran la manera de volver a nosotros, en escenas como estas, por ejemplo. Los míos volvieron a desfilar cuando vi lo vi. Un abrazo Chicaborges!
Voilá otra crónica fascinante, honesta, con arraigo al corazón...
Me parece sorprendente cómo miras más allá de lo que es, tristemente, una escena más que cotidiana en tu hermoso país. Yo también sentí eso alguna vez. Y es raro ya que aprendes a deshumanizar tanto las noticias como las visiones que se cruzan por tu camino.
Me encantó. Bravo.
Qué duro y directo el dolor del niño, así de cerca y solito.
CLAUDIA: gracias por tus sinceros comentarios Claudia, a veces me cuestiono la función periodística de la nota roja con escenas así; y bueno, tenía menos sangre que las fotos de varios diarios de acá, pero el sentimiento era el mismo. En fin, un abrazo a lo chapín hasta donde andes!
DUFFMAN: y eso que no le viste la cara al crío! Me tuve que bajar el sabor amargo con sabor a whisky! Saludos Duff.
Se ha vuelto muy común la indiferencia ante la muerte y el dolor ajeno lastimosamente... Pareciera que cada vez nos volvemos más duros de corazón y resulta común ver a una audiencia -cada vez mayor- rodeando a un ser humano "tirado" muerto en la calle y lo peor de todo es que esa audiencia casi siempre tiene un gesto de total antipatía y "naturalidad" que a veces me enoja. A mí, en lo personal, me parte el alma incluso ver un animal en la calle, no digamos un ser humano y no acostumbro asistir a funerales por esa razón... No puedo imaginarme qué podía estar sintiendo ese niñito en ese momento tan frío de su vida... OUCH! Se me ocurrió que talvez el niño trabaja en la Funeraria, que no sería raro, pero aún si así fuera, no dudo que su vista perdida sea la búsqueda de ese "algo más" que seguramente no está recibiendo a su corta edad... Como siempre, un PLACER leer tus comentarios Juan Pablo...
Me dejaste pensando en eso si el ni�o era parte del staff de la funeraria... de todos modos... qu� triste! Imaginate las an�cdotas del peque�o a la par de otros ni�os: "yo juego con carritos", "yo con mu�ecas", "yo fut... y tu?", - bueno, yo juego entre ataudes -. Gulp! Jajajaja. Un abrazo Moniquita y siempre son m�s que gratas tus visitas!
En el sur de EEUU se acostumbra a seguir el feretro con banda. Se pone alegre el evento. No se, la gente tiene otra manera de ver las cosas. Por eso, quisiera visitar New Orleans. En un programa de esos que uno mira en el Discovery/ Travel dieron toda una recorrida a New Orleans (antes de Katrina). Pasaron por un cementario (parada obligada para cualquier turista) y se fueron de lapida en lapida. En lo persona, a mi me gustan los cementerios. No lo digo porque me cre lo que aqui llaman "emo" sino porque son lugares callados, bien cuidados y hasta con capillas y jardines. Cuando vi ese programa pense en las pocas veces que pude acompa~nar a mi mama a cementerios en Guate como El Cementerio General para irle a dejar flores a mi tia. Volviendo a New Orleans, habia una lapida que decia, "I told you I was sick." (Les dije que estaba enfermo).
Saludos Dardon. Ahora soy yo la que habla con aquella voz particular que le da a uno cuando se enferma de la garganta. Ojala y vos estes bien.
Algo así sucede con los entierros garífunas, hay música, comida, celebración por la persona que se va con los antiguos, los abuelos. Hay algo que las culturas negras tienen que nosotros no, y es el amor por lo sensorial en situaciones de extrema tristeza. Hay color y música, algo que ayuda al tránsito del luto y del que parte. El judeocristianismo nos golpeó fuerte y lo sigue haciendo. Qué lo siento que ahora la enferma seas tu, que te mejores pronto y saludos para ambos!
Ese ojo periodistico sirve a veces para ir un paso adelante, pero a veces tambien sirve para dejarnos pensando y remachando la misma incertidumbre, que dicho sea de paso es una de las que mas nos mata a los que hacemos este noble y tan apedreado trabajito.
Esa habilidad de ver mas alla, casi siempre nos hace sufrir, pero tambien nos ayuda a ayudar.
Me dejaste pensando Juan Pablo, en el ni�o con su tacuchito.
Un abrazo.
Completamente de acuerdo CHC con tus planteamientos sobre el ejercicio periodístico. Gracias por el comentario, estamos en contacto, un abrazo!
ooooo pues... es la primera vez que visito tu blog a pesar de que ya desde hace un buen rato me lo habían recomendado... pero he de decirte que esta entrada me conmovió demasiado... porque me recordó una vivencia que tuve muy similar a la tuya: iba yo en el carro, en el asiento trasero, de regreso a mi casa... con la cotidiana depresión, pensando como el mundo no ha sido del todo gamonal conmigo y tal... con la cabeza recostada en el vidrio viendo hacia el cielo... tratando de hablar con mi Dios, cuando en eso... miro hacia un lado de la ventana y había un niño.. como de 8-9 años sentado en una banqueta de una calle oscura... bajo una gigantografía de "mano dura" y lloraba tan desconsoladamente... con akel dolor... que probablemente lo habían abandonado alli y lo habían dejado... fue muy doloroso para mi verlo... en especial porke iba lamentandome de mi miserable existencia sin pensar en que había un alma innocente que la estaba sufriendo peor que yo...
Gracias Nats, un gusto tenerte por estos lados, a veces la ciudad se nos ofrece cruda y hermosa como en ambas situaciones que nos tocó vivir. Creo que el asunto radica en poder observar esos momentos y apreciarlos como parte de un todo, una obra, una pieza u objeto lindo e irrepetible. Saludos y bienvenida!
Yo tengo tan presente en mi memoria algunos funerales que asistí, cuando aún nadie tan cercano a mí había fallecido, y recuerdo que no entendía el dolor de la gente y me causaba un poco de gueva verlos llorar.
Pero un día me tocó, y eso me partió en mil pedazos la vida, no solo porque murió la persona con la que habíamos armado todo un mapa de vida y el tiempo se nos hizo tan corto porque la muerte llegó, y yo me quedé con las manos vacías.
A diferencia del niño, yo me rehusé a verlo en el ataúd, sentía pánico, pánico del real.
NO lo puedo explicar. ¡Qué valiente ese niño! .
Pablo me hiciste sacar algo que casi nadie conoce.
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