Las paredes blancas y descascaradas, pero el suelo impecable todo gracias a una mujer que afanosamente pasa la escoba y un trapeador por las esquinas de la oficinita. Una Olivetti en silencio a medio escritorio con ¿tres? papeles pulcramente ordenados. Guarda la escoba y se sienta a teclear la máquina. El alto techo retumba con las cabezas de las teclas que graban algún lenguaje notarial.
La gente llega, se sienta en las sillas de plástico y yo recuerdo a Yumila, la gorda y vieja maestra de mecanografía en el colegio. Yo también tenía una Olivetti que le fallaba la ñ y eso me costó puntos de la nota final de ese curso. En vacaciones asistí a clases de meca cerca de mi casa y me gustaba una muchacha más grande que yo y reía al verme, la desgraciada se reía de mí y no conmigo. Haciendo conjeturas sobre su risa, tampoco aprendí mucho del arte de la escritura mecánica.
El abogado es panzón y de camisa amarilla. Combina todo en él, su chaleco de casimir beige, su pantalón café de dos paletones por pierna. Los zapatos cual espejos y una cartuchera de cuero al cinto donde guarda sus anteojos. Casi calvo y espeso bigote, canas en ambos. La gente lo mira como miran al cura: el solventador de los problemas terrenales. Del cura se ocupan mañana, día de La Patrona, la Vírgen de Concepción. Él solventa los del cielo.
Hace tres años mi abuelo se murió de un infarto con sus ojos grandes cafés bien abiertos (¿combinarían con el atuendo del licenciado?) y está enterrado en el cementerio de paredes blancas con mi otra sangre. Todos polvo. Nunca vio la coronación de La Patrona en el campo de la feria, donde una vez a mis ocho años hizo que pararan una rueda de Chicago porque quise bajarme. Ese día supe de mi afrenta con las alturas.
Estoy sentado en esta oficinita y una reja me distancia de las calles del pueblo. Acompaño a mi madre y sus asuntos de futura anciana, otros acompañan para firmar papeles de terrenos, compras de vacas, matrimonios, niños para ser adoptados con todo y sus mocos escurriendo. Ellos son felices, me imagino.
Este vaho y su lluvia negra de hollín me dispara todo. Zafra y el violento sur del país echa a andar. Violento y bello. Mi perfume. El cielo truena en colores y pienso si lloverá. No, son las seis de la tarde y están quemando a El Diablo. Desde que dejé de hacerlo, todo ha sido raro en mi vida. De eso hace 21 años.
16 comentarios:
Que tal Juan Pablo, esta descripción del abogangster me recuerda a los tramitadores de licencia de antaño, cuando todavía los datos personales estaban escritos elegantemente a máquina mecánica,hay muchos rincones en nuestra Guatemala donde la tecnología pasa de largo y no se queda, simplemente viven sumergidos en un pasado presente.
Lo de los cursos de mecanografía, me recuerdan cuando mi mama en vacaciones (en lugar de meterme a natación o algún otro deporte) me metió por dos años consecutivos a mecanografía y no porque fuera un asno en la materia, sino más porque no estuviera chingando en la casa, aunque actualmente reconozco que utilizo los clásicos dos dedos índices para la compu.
Saludos...Federico
que lindo...
Me recuerda al abogado regiomontano, que al año de la muerte de mi padre me dijo "Alegrate muchachita, que no tienes ningun hermano bastardo, si lo hubiera, habria aparecido debajo de una piedra a pedir su parte de la herencia".
Burocracia, ay la burocracia...
(se te coló una hache en el país echa a andar)
Saludos cocinados.
FEDERICO: es cierto mano, cuando jodemos en demasía en nuestros hogares, somos vilmente tirados a cualquier actividad que nos evite estar quitándole la santa paz a nuestra madre. Eso aplica tanto de niños como de adultos (sólo cambia la madre por la esposa) Saludos!
ANONIMO: gracias!
ANDREA: mi Taracena, que gusto que visites por estos lados. A pesar de la mala fama que se les hace a los ¿profesionales? del derecho, son necesarios. Me gusta la frase que te dijo el regio! Es como estribillo de corrido!
CLAUDIA: gracias por la acotación y ya la corregí, un abrazo Chef!
No sé explicarte la sensación al leerte en casos como éste. Hermoso quizás sea el adjetivo adecuado.
Gracias Ades, ya sabés...
Juan Pablo, me gusta mucho leer tu espacio, me acuerdo que visite a un abogado en Santa Bàrbara Suchitepequez y en lo que esperaba mi turno, no por shute sino porque estaba a la vista, unos edictos de cambio de nombre, la mara tiene unos sus nombres, algunos dan miedo otros risa. Eso de arreglar herencias, da tristeza pero muchos padres heredan deudas y no propiedades.
Saludos... Francisco Garcìa
FRANCISCO: gracias por la visita y por el comentario. Sería de hacer una encuesta de cuáles han sido los trabajos más extraños que les ha tocado hacer a los abogados y seguro nos enfrentaríamos a situaciones bizarras y propias del realismo mágico. Toco madera con eso de las deudas! Saludos y bienvenido.
Oye... una preguntita... disculpar que te moleste tu sabes como se hace para poder ver tus entradas desdde mi blog... es decir cuando agregas una nueva entrada en este blog no hay manera de que me avisen o se agregue tu blog como que a mis grupos o algo? la nats
Gulp! Mira que me agarras en mi lado flaco.... no lo sé! Si alguien sabe cómo hacerlo, por favor pueden explicar cómo se hace? Nos sacaría de la duda a muchos... Saludos Nats!
Buenísimo título, me arrancó de golpe una sonrisa :o)Qué buena historia, me recordó también mi niñez, y una cicatriz en el dedo índice a causa de la bendita quema de el diablo :oS La meca en esas enormes y viejas máquinas... y uno que otro personaje que se dice Lic. pero de quien nunca vemos su título... Te seguiré visitando, saludos!
Jaja, gracias Sideral y bienvenida! Por cierto, y hablando de cicatices de guerra, en una quema del diablo me explotó un infame canchinflín en mi mano y fue un dolor tan espantoso que ni te cuento... te espero de nuevo entonces y por allí llegaré de visita también! Saludos!
Estaba viendo la cedula de mi abuelita, que esta escrita con letra cursiva y finamente acabada...puchis!!!
Me remontaste a tierras lejanas. Me gusto la penultima frase: "Desde que dejé de hacerlo, todo ha sido raro en mi vida".
Y en la mia tambien...
Saludos.
Pues bienvenida a estas tierras al menos con el pensamiento. Saludos CHC!
Qué buena crónica, vos. Una estampa del sur chapín, y el sur mental.
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