Estuardo León, de apariencia apacible, dicharachero y noble, tiene su futuro signado por la lucha de clases. Y la lucha libre. Cansado de este sistema explotador, según el Manual del dinamitero moderno, se lanzará a una cruzada por convencer a todos los usuarios de playeras del Ché Guevara para que se unan e inicien un movimiento revolucionario desde el fútbol.
Sí, formando equipos de papi fútbol que tomarán todos los campeonatos de Futeca y así hacer llegar su mensaje de transición, resistencia y lucha... sí, de clases. Algo que algunos no entenderán del todo y pelearán entre “clases”, literalmente, ya que los de Mate 1 no tragan a los de Economía 2 y se ensalzarán en tremendo zafarrancho que ni les cuento...
Luego de ser nombrado embajador nacional en la república Zapatista, Estuardo entablará gran amistad con el nieto perdido del Sub comandante Marcos y luego de ganarle todas las fichas jugando cartas (Estuardo fue campeón mesoamericano de “Manotazo”) decidirán irse a las arenas de la lucha libre, en la Triple A, de gran fama y renombre mundial.
Motivados por Nacho Libre y su compinche Esqueleto, replican la fórmula e inician la dura escalada en popularidad dentro del circuito luchero mexicano.
Su cinturón de campeones mundiales en la modalidad Relevos Australianos (donde hay que dar la mano para entrar al ring) les da fama mundial, pero Estuardo aun guarda el gusanito revolucionario y mezcalero muy dentro de sí. Así que con ese dinero logra comprar la Universidad de San Carlos e instituye como deporte nacional, el de la lucha libre. Y de clases.
Fue tal el éxito ideológico de este señor que no solamente logrará la imposible compra de la USAC, sino que también comprará la Marro. Sí, instaurándose así como el primer comunista libertario de nuestra época. “Hasta la Victoria Secret!”, ASÍ SERÁ!
2 comentarios:
dentro de poco te mando mi foto con todo y la de la palma de mi mano.
saludos vos
con tu permiso (jeje) el drogoconfeso se echo un brindis por el monitor haber que te parece
Libertad o tres caídas, no se vale pegar en los bajos. Ya imagino a los compas de la USAC quebrándose la madre en el cuadrilátero.
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