MI MENSTRUACIÓN ES LA CRUDA: CRÓNICA 1 DE UN FIN DE SEMANA COMO SEMI JURADO Y PERSONAJE DE LA GRECIA ANTIGUA

Invitado por un amigo, me vi como una especie de jurado auxiliar sin voto, en un festival de canción muy al estilo de los exitosos American Idol, La Academia, Venga con Chalo Venga, Sábado Gigante y Campiña. A este que asistí no lo fue tanto. Así que entre músicos, escritores y licores, sale esta crónica en seis entregas. Si todo va bien, una por día.


Llegar a las tres de la mañana de un sábado a mi casa para levantarme a las seis, hacer maleta y alistarme para irme en bus hacia Xela, ya es molesto de por sí. Pero hacerlo borracho, no tiene gracia alguna.

Produce dolor. Aunque no lo crean. Mi compañero de viaje, Javier Payeras puede dar fe. La noche anterior él andaba con un amigo suyo (y ahora mío), Berne Ayalá, un novelista salvadoreño con cara de mojado y que le gusta el trago.

Bueno, de hecho, luego de dejar sus cosas, las de Ayala, en el hotel donde se hospedaba y salir de juerga con Payeras, los del hotel lo confundieron con migrante, se le metieron al cuarto y le robaron todo.

No contaban con la astucia del escritor quien al verse asaltado en su propia habitación in absentis, y sacando gala de su astucia como ex guerrillero guanaco, hizo tal escándalo y amenazó con meter a toda la PNC al hotel hasta que aparecieran sus cosas, que se las devolvieron. Eso sí, no sin antes hacer sendas llamadas al comisario de la Jefatura de la Policía más cercana, un tal capitán Payeras.

Mientras ellos en esas, yo me devanaba por mi lado en un estado de borrachera que en retroceso era: bien a verga, bolo, vino, tocado, tequila, cerveza, cenando, sangría. En la casa de una amiga que juntó a los amigos para una cena de despedida de mi antiguo trabajo (las fotos aquí), ya que ahora me voy a dedicar al campo de la ingeniería metalmecánica. Así es uno de versátil y talentoso. O bruto y arriesgado. O inestable y descreído. Siniestro.

Compartíamos la historia de ellos y la mía sentados en las gradas del Palacio Nacional de la Cultura, donde hacíamos conjeturas de si Álvaro Aguilar, el ex cantante de Alux Nahual y ahora asesor para las artes del Ministro de Cultura, entraría colgando de una escalerilla sujeta de una helicóptero vistiendo una camisa de lentejuelas, o en una motobomba de los Bomberos Municipales vistiendo la casaca antifuego y una guitarra atravesada en la espalda.

Por momentos en el camino reíamos como desquiciados, por momentos daban ganas de llorar. “Parecemos culos, vos”, dijo Payeras. “Nuestra regla es la goma”, terminó acusando.

Y en cierto modo. Calores, escalofríos, mareos, mal humor, hipersensibilidad a los comentarios propios y ajenos, fealdad autoimpuesta, sentimientos encontrados, deshidratación, retención de líquidos y sales, lentes oscuros y odio a los hombres por huecos y a las mujeres por putas.

Afortunadamente nuestro viaje iniciaba con buenos augurios al irse con nosotros una camarilla de amigos que harían de las curvas del camino un cague de risa. Iban Edgar González, Jorge Rodas y Armando Pineda. Hell Boy, Porcino y Enano de Fuente, respectivamente.

El viaje... se lo pueden imaginar. Tres crudos y en un bus contratado por el estado y ya. Nos acompañaban los músicos que iban a presentarse en vivo frente al jurado, quien previamente ya les había escuchado en CD.

Somos escandalosos sin duda. E incansables. Los músicos dormían mientras nosotros reíamos a todo pulmón de los respectivos comentarios de los unos y los otros. Yo tomaba fotos para parecer ocupado. Soy malo capturando imágenes como pueden darse cuenta arriba, donde Berne Ayalá me regala su novela Arizona Dreaming y yo trato de inmortalizar ese momento como algo sublime, sin darme cuenta de lo fútil del instante, como si algún día se lo fuera a enseñar a mi hijo y decirle “esos son mis amigos, siéntete orgulloso de tu padre porque supo juntarse con gente inteligente”. Como si eso se contagiara.