(Ayer para el ciclo de lecturas organizada por Libros Mínimos, llamada El Jardín de los Vergazos, leí un cuento que me fue compartido en tradición oral por un amigo y que fue publicado el año pasado en la antología Sin Casaca, compilada por Alan Mills y publicada por el Centro Cultural de España. No lo había subido así que aquí está la historia del Quijote del Pop.)
De nuestras largas charlas con el Chino fueron saliendo proyectos, borracheras, ideas pero principalmente historias. Una de ellas, la de Equalizer, me impactó al punto de hacerla casi mía, de tomarla, modificarla y hacer de este personaje real una especie de leyenda urbana romántica, consecuente y musical. Andrew Lloyd Webber haría maravillas con esta historia.
La narrativa pausada del Chino dio pie a que Equalizer fuera tomando forma en mi cabeza, de buscarlo en cada parque infantil, de verlo algún día triunfante en su cruzada por eliminar al rock de Guatemala e instalar una cultura de baile comparable nada más a la de los BBoys en el Bronx, Harlem o Queens.
Equalizer era un personaje de finales de la década de 1980 que vestía camisa sin mangas escotada, pantalón holgado en los muslos y pachuchos de los tobillos, calcetines blancos y mocasines negros. Moreno, de rizos negros en la parte de atrás de la cabeza, pero super corto a los lados. Delgado pero duro, de marcados músculos producto de las katas que pasaba haciendo todo el día, todos los días. Un break de cepa, un heredero del breakdancing, apóstol del pop, su sensei de karate fue nada más y nada menos que el legendario Bruce Lee.
Sí, recibía clases con él todos los sábados por Cinekarate en el canal 7 y al otro día, iluminado en el viejo arte de machacar caras con la mano abierta, se ponía a practicar sus movimientos en la Plaza de la Constitución. Llegaba temprano en la mañana con una radiograbadora, bastante grande, al hombro y que sonaba con los mejores exponentes de la electrónica ochentera.
Oh maravilla verlo golpear el aire, activar el remolino de sus chacos o ejecutar una imposible patada al ritmo del Electrobreak de Afrikabambaataa, The Rock Steady Crew, DJ Magic Mike o Grandmaster Melle Mel.
Los niños le admiraban y era la delicia de las chicas que en ese entonces paseaban por el Centro Histórico, ya que no solamente practicaba karate sino que asombraba con su innata capacidad para bailar break.
También se le podía encontrar por el parque de juegos de niños del Hipódromo del Norte donde colocaba su gigantesco equipo de sonido portátil sobre un pasamanos y él se colgaba con las piernas a hacer abdominales. Realmente el tipo estaba en buena condición física.
Pero como todo héroe (del sonido) tiene a un enemigo mortal, el de Equalizer superaba su concentración y le quitaba el sueño. Nunca temblada, sólo de la cólera, al escuchar las notas musicales de sus enemigos mortales: Los Héroes del Silencio.
Estos rockeros contaminaban las emisoras de radio en la década de finales de 1980 e iniciando la de 1990 en Guatemala y era doloroso para él escuchar ese género tan rasposo, tosco y agresivo a los sentidos. Equalizer los odiaba a ellos como banda y sucedáneamente, a su ejército de seguidores: los chapines vestidos de camisetas negras, los rockeros malditos que le robaban la paz y paseaban arrogantes cuando sólo él, bendito por Michael Jackson, podía hacerlo.
El respeto era mutuo en la comunidad, ninguno se metía con el ronin del pop y él los miraba de lejos, contemplativo y amenazador. Era un chucho viejo que esperaba que la banda de gatos se le acercara para tajasearlos. Conforme los años pasaban, los nuevos peones de los Héroes del Silencio aparecieron y amenazaron el delicado equilibrio de fuerzas: un día borrachos de alcohol y rock, le insultaron y se burlaron de su ritual musical y parafernalia de artista marcial.
“San Chuck Norris tu que estás sentado a la derecha del padre Bruce Lee y que tienen a su hijo Michael Jackson en la tierra (esto lo dijo, obviamente, antes que muriera Mike) para que nosotros, simples mortales y seguidores de tus patadas y manadas, sepamos lo que es la agilidad; ilumina los puños de este pobre seguidor que está a punto de defender su fe ante semejantes y sucios herejes. Protéjeme con tu ki y déjame hacer un golpe de mantis contemplativa o una patada de garza ante serpiente. Amén” Así elevó sus oraciones nuestro intrépido Equalizer antes de caerles por sorpresa y a patadas, golpes de hacha, chacos por aquí y por allá, a los infames fanáticos de los Héroes del Silencio
Y cuando el milagro estaba por realizarse de un hombre venciendo a un grupo de intoxicados y agresivos rockeros, Equalizer descubrió que a la hora de pelear no sólo cuenta lo duro y lo tupido de los golpes, ni la determinación, sino la cantidad de gente contra la que se pelea. Antes de sucumbir a las patadas de las botas de punta de acero pudo ver a su abuela recitando la sabiduría popular de “quien mucho abarca, poco aprieta” y “no somos machos, pero somos muchos”.
La siguiente imagen que logra ver por sus amoratados ojos e hinchados pómulos es a un grupo aun mucho mayor de gente moliendo, gritando, linchando a mano limpia a los impíos que osaron meterse contra Equalizer. Eran los vendedores de la sexta avenida que cansados de tanta agresividad de parte de los rockeros, cansados de los improperios de esa estridente jauría, de su agresividad innata, de la esperpéntica facha, de su greña antisocial, y tomando inspiración en el ataque kamikaze del loco ese que hacía muladas en el parque aprovecharon la revuelta para no pegar, sino recontrapijasear a los agitacabezas, seguidores del Jim Morrison latino: Enrique Bunburi.
El año antepasado, para el regreso de Los Héroes del Silencio en el Estadio del Ejército, no pude dejar de pensar en el caballero de la triste figura del break, y en qué estaría haciendo ahora que los años ochenta pasaron y quedaron lejos. ¿Se habrá quedado él también?
En estos tiempos de premura, delincuencia, miedo y mala música… ¿dónde estás Equalizer cuándo te necesitamos?
10 comentarios:
clasico instantaneo
cool narrativa jp!
°°me encanta°°
Equalizer we love you.
Ay no! Me lo perdi!!! Yo crei que lo de Libros Minimos era HOY! Vaya que lei tu blog antes de salir para Sophos. So sorry de habermelo perdido.
Muy bueno el relato. Ya tenia rato de no dejar comentarios, pero aunque no le escriba, siempre estoy pendiente de su blog.
Saludos
Selene
Estuvo muy buena la lectura!. Me gustó mucho la historia, así en medio de toda la crudeza que puede tener la violencia, haya un cacho de juego, de niñez, de ingenuidad con la imaginación.
Abrazos.
A ver si la próxima sí se echa un café con uno, ppppuuueee
Hola, quién fue el chico que leyó de último??? me parecio excelente.
Mercedes.
No deja de ser curiosa la especial manera de "vivir" la violencia de la clase burguesa (y sus rémoras wannabes). Todo de mentiritas y de lejitos, historietas con finales felices únicamente para los suyos. Un mundo de fantasía que se reserva el derecho de admisión.
Salud.
(...) Y entre patadas, puñetazos, jalones de cabello, mordidas y aruñones, se armó la primera " gran batalla jébica". En pleno Apocalipsis, se hizo presente Chuck Norris y con una patada giratoria les partió el hocico a todos y acabo triunfante (como siempre, Chuck es Dios).
¡Jaja! Tiene cierto toque y esencia de artículo de la Frikipedia. Me gustó.
Ese equalizer sería buen cuate.
Yo me pasé los ultimos 80s y los 90s en electronica... hasta finales de esa decada me entere de que existian los Heroes, cuando Bumbury saco un disco de solista.
lo más interesante ha sido la imágen que has puesto en el post...he de contarte que Equalizer gustaba mostrar sus biceps, casi nunca -de hecho, jamás- le vi con camisa. era un poco escuálido a decir verdad...siempre colgado boca abajo cual murciélago a la sombra de los arbustos en aquel parque con juegos infantiles, desde resbaladeros hasta paralelas... pero lo que si cargaba siempre al hombro era esa grabadora al mejor estilo designer music. qué se nos habrá hecho este héroe del sonido? de pronto y me doy una vuelta por sus antiguos dominios, quizá, quizá.
saludos cuezn!
el chino
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