PARIS HILTON, LA GENTE Y SUS COSAS, AY NO...

Paris Hilton está este fin de semana en Antigua Guatemala. Al fin algo bueno le pasa a este país. Ojalá venga a filmar otro de sus videos sexuales amateur, ya que las ruinas de esa ciudad colonial son famosas por atraer el cine porno internacional. Hace un par de años llegó una productora gay a filmar "Men in Ruins", filme que causó el revuelo en los pliegues más estirados del tejido social. Y con justa razón, no quisiéramos ver a sus castos y preclaros hijos contaminarse de morbo al posar su culito en un convento ruinoso para inmortalizarse en una fotografía con su novia. A quien le estaba dando chicharrón en un hotel local.

La gente comenta cosas como que esta generación es una mierda. Claro, lo es respecto de lo que se vivió antes que era repuramierda. Y me refiero a los que nos llevan pocos años, no nuestros padres (que tampoco fue una panacea, hay que ser realista). Es decir, no estamos tan jodidos como antes. Al menos ahora tenemos Facebook que vino a reemplazar la dosis diaria de periódicos.

Amo los salones de belleza. El mundo es tan perfecto desde allí. Tengo una señora que me corta el pelo, me hace masaje de cuero cabelludo, me lava la cabeza con agua tibia y yo puedo cerrar los ojos y abstraerme en cosas importantes como playas y la perpetuidad del placer. Afuera, la gente en sus carros pelea consigo misma. Realmente no los envidio. Sí envidio a los romanos que se daban esos lujos a diario.

Debería de ser más responsable con las cosas que comento, me dice una lectora. Un blog es una responsabilidad, acierta. No. Es una libreta de notas y se acabó. Una libreta pública donde cada uno es libre de elegir leer o no. Hay millones de bitácoras allá afuera, políticamente correctos, propers, cerebrales, poéticos. Aquí, hay notas nada más. No es literatura, no confundan. Es opinión, fuero interno.

No me gusta cuando lo gente se enoja conmigo, me cuesta tanto conciliar el sueño. Por Dios, vivo en un insomnio perenne por los lectores que me odian y se mortifican leyéndome. Ojalá me puedan perdonar... en serio, ¿me perdonan?

Me dicen que yo escribo para enojar a la gente. No. Escribo para no enojarme a mí mismo que es más importante que quedar bien con dos que tres cerebritos que dicen pensar más de la cuenta en un halo de lugares comunes: café en librerías, vino en las noches, compañeros y compañeras, causas perdidas. Ojalá la Paris se tome un café de Antigua, o me haga su nuevo BFF, me acostumbro rápido a viajar con gente bonita por el mundo.