"El socialismo falló en traerme a este lugar. No le sirvo porque no sirve. No puedo llamarle con nombres literarios como esperanza, arte, pueblo. Si nada existe.
Le dije antes que la literatura no es lo mío. Escribir no puede ser lo mío. Lo único que puedo acercar y oler es el campo de caña que se yergue duro y filoso frente a mí.
No. No puede venir un extranjero a decirnos a estas tierras benditas de Dios lo que necesitamos para no morirnos. Si yo me quiero morir cargando al sol, es mi problema.
Será el de mi familia si me entierra parado o me deja en la vereda. Aquí el dueño del ingenio es el verdadero presidente, este es el verdadero gobierno.
No patojo. Piense que aquí no importa la literatura, aquí no importa ni mierda. La vida no vale nadaaaa, no vale naaada la viiiiiidaaaaa", se va cantando mi entrevistado ese fabuloso tema de José Alfredo Jiménez, antes de decirme que ya viene el agua.
Dos minutos después me decrecen ríos del cuerpo, moreteado de recibir granizo y balas de agua.
2 comentarios:
Que bueno que "en esta oportunidad", las balas solo fueron de agua.
Saludos Juan Pablo, me gustan mucho estos relatos cortos.
A mi también me gustan mucho éstos cortos...se me hacen inmediatos y sinceros...me gustan, me gustan.
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