Todo es un sueño. Un magnífico e
interminable sueño. Lo que ustedes miran real, para mí es producto de mi
imaginación y lo que yo miro, para ustedes es irreal.
El mundo va a terminarse,
lo sé. Pero no hoy ni mañana, ni dentro de dos siglos. Es la verdad de una
civilización y un sueño para nosotros.
No puedo dilucidar las pirámides cayendo
y césares disponiendo de destinos como jeques de piezas de ajedrez.
Una vez fui niño y esa época paso
volando frente a mis ojos con malabares y dolor. Ahora soy un tipo con
calvicie, testigo de una batalla entre las canas y la barba, por eso entiendo
la inminencia del final, todo tiende hacia la patria de los terminares.
Por alguna mala pasada biológica todo
esto se repite generación tras generación, multiplicando la muerte con cada
nueva vida, se nace y cientos de miles de personas investigan, intentan, añoran
burlar los años y a la muerte.
Cada vez morimos menos pero cuando lo hacemos es
estrepitoso y frustrante que no conseguimos rascar el Olimpo. Vaya necedad de
querer postergar lo inevitable. Es tan frágil y dura la vida, tan obsesiva, fallida.
Morir, saben, es
convertirse uno mismo en su propio agujero negro: todo gira hacia adentro y
nada escapa, ni la luz ni la materia ni las ideas. Sólo quedan las
constelaciones de conocimiento, los Sagitarios y Polaris eterna. El cosmos y el
caos todo adentro de uno.
Ahora lo sé, y por eso regresé a este lugar. A
escribir, soy mi Sísifo.
2 comentarios:
Brindamos por tu regreso, y por el tiempo que habrá de venir. Salud.
Gracias Pablo, siempre un gusto tus visitas y comentarios. Saludos!
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