Lo primero que hizo fue bajar la butaca a ras de suelo,
sucede que la chica es de muy baja estatura y yo alto, por lo tanto, no llegaba
a podarme la cabeza con sus manos blancas, unas manos minúsculas que
malabareaban las tijeras magistralmente.
Hablamos de inicio a fin mientras me atendió, es un
muchacha de muy buena educación y modales, corta el pelo porque fue la salida
de su pueblo natal, Tecpán, donde estaba destinada a seguir la larga tradición
de hacer tortillas a diario hasta que se muriera y dejara la descendencia para
el mismo destino: o la tortillería o el campo, para hijas e hijos,
respectivamente.
“Supongo que tiene que salir muy temprano”, le inquiero,
“pues más de lo normal no, en mi casa nos levantamos siempre antes que salga el
sol”, y yo me avergüenzo un poco porque a mí me cuesta despegarme de la cama a
las ocho de la mañana.
Le sigo preguntando y me explica su ritual de noche:
“Salgo de acá y camino hacia la carretera Interamericana donde espero el bus, a
veces llueve y a veces no, me mojo y la gente también, subimos a la camioneta
que huele a gente mojada porque la mayoría que lo tomamos somos trabajadores
que andamos empapados en invierno”.
“Llego a mi casa caminando y ayudo a mi mamá con la cena,
le doy de comer a mis hermanos y lavo platos, luego la ropa hasta las diez u
once, rezamos con mi mamá y luego me voy a dormir en el cuarto donde estamos
tres de mis hermanas y yo”.
“Le doy buenas noches a mi papá que no me habla desde que
dejé la casa para estudiar para estilista, pero como es mi papá, le debo
respeto y le cuento mi día antes de dormir. No me habla pero sí me escucha y me
aconseja a través de mi mamá.”
Esa es la noche de Julieta, le digo que se llama como la
famosa enamorada de la obra de Shakespeare y que una tierna canción de Fernando
Delgadillo tiene su nombre. Al contrario, ella me dice que de elegir,
preferiría la vida de la cantante Julieta Venegas.
Es muy amable y le dejo una propina. “Que le sirva para
ayudarse a comprar un abrigo impermeable”, le digo. “No, a mí me gusta el agua,
me gusta la lluvia, yo fui sirena o milpa en mi otra vida. Hoy mejor les llevo
pizza a mi familia”. Chau Julieta, adiós señor.
6 comentarios:
Un relato muy enternecedor, sobre todo por el hecho que, podría tener un común denominador para todos aquellos que no importa dónde de nuestra Guatemala se encuentren, aún tienen sueños y buscan hacerlos realidad. A mí también me encanta la lluvia!
Saludos Mayra, gracias por la visita y el comentario :) La lluvia no es solamente un fenómeno natural, sino un estado mental: la continuidad y la vida. Al mismo tiempo, puede ser la muerte y la nostalgia. Saludos y bienvenida.
Por cierto que sí, Juan Pablo por ello me 'gusta la lluvia' tiene un all inclusive, agregaría intensa y calma pero así como te puede ahogar puedes surgir de ella y fluir. Saludos!
MAYBE I CAN SEE, YEAH,
BUT DON´T YOU KNOW THE COLD AND WIND AND RAIN DON´T KNOW
THEY ONLY SEEM TO COME AND GO, AWAY.
http://youtu.be/maTP315XZCQ
Yo también pensé en la canción de Delgadillo pero este personaje es de otro nivel! genial historia Juan Pablo!
Cierto Mayra, el agua es una figura liberadora, de creación y destrucción. La mar.
Saludos anónimos.
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