subí una vez un
volcán cerca de la ciudad
era de agua o así
dice la leyenda
yo lo vi espeso como
la tierra y su sabor era la sangre
que yo escupía del
cansancio
me arrastraba necio
hacia el cielo intentando la salvación
en esos años
me gustaba una chica
y le dije que a la
noche le haría señales de luz
desde la orilla
de ese pantagruel harto
de tragedia
a través del manto
oscuro, le dije,
tejería hilos de luz
para ella rumbo a su terraza
que saliera a
medianoche a verme disparar una linterna
que mataría los
kilómetros los 60 kilómetros que nos hendían el corazón
tanto como el frío
mordía la carne quemándome
- era un
cursi -
vencí los centígrados
que me abrazaban
susurrándome las
dulces palabras de la hipotermia
y temblando quise escribir con luz un mensaje
a una civilización
que yo suponía lejana y enamorada
cuando yo era un radiotelescopio titilando un
mensaje negro
de conquista y destrucción porque ahora sé que
yo no vengo en paz
lo que vi desde la cima fue
una ciudad ardiendo desde siempre
ángeles de espadas en llamas cortando miembros
a los distraídos
adanes y evas atados con serpientes y babeando
conocimiento
apóstoles disparando el evangelio al cielo
y las balas en picada sobre los incrédulos
así, se repitió el milagro de Lot en mí
en esa ciudad
brillante que caminaba como lava en un valle
encendiendo a los
hombres
la luz devoraba a las
esquinas y los autos corrían desbocados
un rebaño de caballos
rabiosos con espuma
no me hice sal
me hice mar
no la hallé a ella
perdida en ese juicio final que aun no termina
me hallé a mí
era imposible hacerle
luces a la distancia
tomé la linterna y me
iluminé
en el pelotón de
fusilamiento iba disparar y cuando ordenaron fuego
me puse el cañón bajo
la barbilla
pero esos centímetros
son enormes y la bala no me alcanza aun
vi una ciudad
explotando lentamente
miren esas esquirlas
vendiendo flores en los semáforos
sientan ese fuego en
la ventanilla del banco
la onda de choque de
un bus empujando el tráfico
la metralla asesina de la señora que compra el pan
la metralla asesina de la señora que compra el pan
el sonido que rompe los tímpanos cuando se vende un televisor
todo esto está
explotando de una forma moluscular
estamos ejerciendo los
sueños de un caracol
sigo en ese cráter
pero ahora en mi pecho
tengo que bajar de
esta cruz de tierra
tengo que bajar para
empezar a vivir o la muerte
no me alcanzará jamás
y yo quiero morir
en el arrebato de los
cuerpos
amor
estoy iluminado
7 comentarios:
Parece raro que entienda tan claramente todo lo que acabo de leer...le echaste leña al fuego y un par de volcancitos. Gracias.
"No me hice sal me hice mar"
y si el amor te ilumina que me inunde a mí para convertirlo en torrente que ilumine a otros como lo haces tú...
Me encantó, abrazo "amigo"
!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
“quise escribir con luz un mensaje a una civilización
que yo suponía lejana y enamorada
cuando yo era un radiotelescopio titilando un mensaje negro
de conquista y destrucción porque ahora sé que YO NO VENGO EN PAZ”
!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Matalo allí al poema cheeeeeeeeeeee que me cagoooo en la que me pariooooo me erizas toda genio. Mandame señales con linterna o de humo al sur, bello. Lichuen.
Me recordó a la denuncia de poeta en Nueva York que no dista mucho de esta ciudad de volcanes, concreto y sangre; en donde la impotencia se suma a la supervivencia del día a día.
ANA: me alegro que te identificaras amiga. Disfruta los fuegos artificiales :)
MAYRA: Si viene, deja que el agua inunde los pulmones. Morir es amar.
ANÓNIMO: gracias por la visita :)
BNK89: Así es, la destrucción y la denuncia. García Lorca lo dijo en ese magistral libro. José Hierro lo hace también en Cuadernos de Nueva York, saludos!
Saludos estimado Juan Pablo, qué alegre poder encontrar tu blog y saber que en nuestro país se está creciendo en esta actividad bloguera.
Edwin Yanes
www.poesiagt.com
Muchas gracias Edwin por tu comentario y visita, saludos!
Publicar un comentario