martes, 1 de abril de 2014

ACUMULADOR


Abro mi correo electrónico y me descubro un acumulador. Tengo decenas de miles de ellos, guardados para un propósito mayor que algún día encontraré. Siempre pueden servir y allí están apilándose, bit por bit, con información muerta.

De tanto comprar y perder USB desistí de adquirir esos cofrecitos, llaves digitales que me daban acceso a todo y nada. Nadie sabe en qué cantidad de cafés Internet los dejé olvidados y que persona se rió al leer eso, o de un vil y rápido formato, se perdió para siempre esbozos de poemas y relatos.

Mi cuenta personal se convirtió entonces en una caja fuerte, allí escribo. Ya casi no uso el procesador de palabras Word para escribir, al menos que sea para presentar trabajos lo que sea lo escribo en los borradores de correos y ya después, archivados, se acumulan al igual que los correos.

Hay allí, esbozos de novelas, protopoemas, direcciones web de páginas que nunca visitaré, borradores de cartas que nunca fueron enviadas. Es un caudal de información que engorda esa playa llamada Internet.

Pero ahora que lo recuerdo, no es la única forma de acumular que tengo. De adolescente recortaba trozos de periódicos que guardaba solemnemente en fólderes; era un ritual para guardar aquello que valía la pena, según mi incipiente criterio.

Todo lo guardé en un cartapacio que encontré hace muchos años. Vaya hallazgo. Ando guardando mi asombro para después, es una forma de no morir, talvez. Los boté, era imposible enfrentarme a tanta ternura.

Me sucede igual con los libros, que acumulo para ir consumiendo a bocanadas, a trozos como una Shelob que acumulaba cuerpos para devorarlos lentamente, succionando las entrañas hasta dejarlos secos. Soy un parásito del conocimiento, un predador que vuelca su furia contra esos indefensos objetos cuadrados.

Hallaron hace más de 10 años un cofre en la biblioteca de Lisboa con cientos de cartas, poemas, narraciones de Fernando Pessoa en un lenguaje y escritura críptico. Los estudiosos siguen desmenuzando ese fósil de muchas voces, del rey de papel de los heterónimos.

Pessoa acumulaba gente en su cabeza y dejó constancia de eso hace un siglo. Yo acumulo direcciones web para no ser visitadas nunca, borradores que nunca verán la luz, los nuevos filólogos serán los hackers.

Octavio Paz me daría la razón; ayer hubiera cumplido 100 años de vivo Paz. Yo conocí a Pessoa gracias a él y su traducción que hizo de Tabaquería. Es la única Biblia que creo, ese poema.

No hay comentarios: