Anteayer sábado
30 de mayo, mientras estaba trabajando, miraba
en redes sociales la épica que sucedía en la Plaza de la Constitución: 18 horas
de manifestación. Esto, no lo he había visto nunca y el único referente que
tengo es la Primavera Árabe donde hermanados, cristianos y musulmanes,
abrazados, cambiaron el curso de su país.
Y me recordé al ver a
tanta gente parada de cuando yo era niño, de los famosos, infames y aburridos,
lunes cívicos. En la década de 1980 se vivían golpes de estado a cada rato y
los gobiernos militares de facto, solicitaban en patrio ardimiento, realizar
todos los lunes un acto “patriótico” donde se cantaba el Himno Nacional y se
realizaba la jura a la bandera.
Actos por demás
inútiles, engorrosos y cansados para alumnos de la primaria del Liceo Javier,
donde estudié toda mi vida. Demás está decir que a la creación lírica de José
Joaquín Palma, era cambiada a cada rato por nosotros niños aburridos de
cantarlo y la letra variaba a matices chistosos y vulgares.
Vaya forma de ser
rebeldes, diría algún preclaro de izquierda, o vaya forma de mancillar la
república, “algotro” estirado derechista. La verdad, es que era pura travesura.
Y la otra verdad es que odiábamos tales actos, los maestros también tenían la
cara en las circunstancias debidas, máxime cuando un helicóptero patrullaba en
las mañanas por los colegios privados asegurándose que los estudiantes
mantuvieran la rectitud en el patio alabando a la gran patria.
El país cambiaba de
gobiernos militares y todo seguía igual. Es más, se llegó a la época
democrática, y todo ha seguido igual. Poco ha cambiado en esta tradición donde
los políticos y empresarios corruptos se sirven con la cuchara grande de un
país rico, riquísimo en recursos humanos, naturales y económicos.
Ahora este año con el
gran despertar del pueblo de Guatemala, las cosas han cambiado. Para empezar,
los políticos de factura tradicional (es decir, todos) temen que la fiesta se
les acabó. Es tan impensable eso, que los partidos políticos piensan que este movimiento
ciudadano, apolítico, natural, sin caudillos, es campaña negra de alguien más,
para contra ellos. Y me gusta eso, hienas malditas que se desgarren entre sí.
LÍDER, piensa que la
UNE, los ataca, o que es el mismo CREO, quien les sabotea los mítines. Mientras
que el PP atribuye esto a LIDER, pero tienen pactado la transición de mando
bajo de agua, aunque TODOS, asegura que es vendido por VIVA, y el MR, mejor no
se mete porque ya siente que hasta el FCN NACION, les puede robar votos. Ah, y
que todo esto es complot de cubanos, norcoreanos y el Ché Guevara que lanza órdenes
por medio del juego Charlie Charlie.
Y así un largo
etcétera, donde los nefastos políticos no pueden entender que somos CIUDADANOS,
los que vamos por nuestros medios, invertimos en parqueo, apoyamos la economía
comprando vuvuzelas, cintas, pitos, cartulinas, marcadores, imprimimos y
gritamos nuestro descontento.
Los que hemos ido a la
Plaza de la Constitución (Parque Central), lo hemos hecho porque estamos
convencidos que esto debe cambiar, tiene que cambiar y cambiará. Personalmente,
yo me comprometo a velar por eso, a documentarlo, a escribirlo a evitar que
esos ruines nos hipnoticen y nos duerman con la maestría que aprendieron a
través de años y años de estarnos abusando como país.
Me gusta que todos los
sectores se hayan pronunciado respecto de cómo queremos esta Nueva Guatemala,
tanto izquierda como derecha, ricos y pobres, ateos y religiosos. Me hincha de
orgullo ver a los católicos con sus banderas y armados de rosarios, me hincha
de orgullo ver a los evangélicos tomados de la mano en las mañanas antes de las
manifestaciones, orando y tirando buena vibra en la cancha que más tarde,
espera a 50 mil almas fuertes.
Esa es la religión que
me gusta, la propositiva, la dialéctica, no la propiciadora del estatus quo, no
los pastores vestidos de sastre orando por la Gran Ladrona, no por el vicario
bendiciendo al rancio abolengo empresarial que aliado con el político de turno,
saquea a los menos favorecidos.
Estoy orgulloso de todos
ustedes guatemaltecos que han dejado los guantes de lado y se han venido a la
Plaza. Me molesta, eso sí, ver a los mafiosos sindicatos hacerse de la vista
gorda, ver periodistas que llaman al divisionismo, nuevamente. Pero son pocos y
su tiempo llegará también y tendrán que responder por sus actos.
Yo no soy un
acarreado, soy un individuo pleno en mis facultades mentales y físicas, un
empresario generador de empleo, estoy a favor de las reglas claras, quiero
pagar impuestos y saber que van a ser invertidos para que esta carreta progrese.
Quiero ganar dinero y que otros ganen dinero, quiero tener salud, seguridad,
justicia y – por qué no – amor, y que otros lo tengan. Esa es la Guatemala que
quiero y que todos queremos.
No pude llegar el
sábado pasado pero he llegado los anteriores y seguiré llegando hasta donde
tenga fuerzas, simple, acá gana el que persiste y la política tradicional y
mafiosa, se resquebraja, no paremos de ir, de exigir, de tener buen humor, de
bailar y proponer.
Y aquí estoy, parado
como hace 30 años frente a una bandera de Guatemala, entonando un himno,
escuchando sus palabras y sintiendo una energía de cambio que me emociona. Este
es un acto cívico y por eso se me llenan los ojos de lágrimas cuando miro a
otros cantar lo mismo y generar esperanza, y cambio y futuro.
Quien fuera a decirlo,
que por mis propios medios (yo, el Gran Apático), estaría asistiendo a un lunes cívico, a un martes,
a un miércoles, jueves, viernes, sábado, domingo. Y nuevamente lunes, como hoy,
porque esta fiesta no para. ¡Qué dichoso me siento de vivir este tiempo,
amigos, compañeros, hermanos próceres! La independencia se pelea a diario, ¿o no?
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