Llegar un viernes
cualquiera a la casa luego de pelear contra el tráfico impasible. Abrir una
botella de Moscato D´asti y dejar que el espumoso y dulce sabor invada la
maldita tarde.
Hacer la base de
la pizza entretejiendo los dedos en la masa, ahorcándola con ese odio acumulado
de la semana. Extenderla en una hostia grande.
Poner el horno a
350 grados Celcius para que se quede quieta esa amorfa masa que se contrae y
expande.
Luego de cinco
minutos extraerla y untarla de aceite de oliva antes de perforarla con un
tenedor. Apuñalarla con un tenedor. Dos y diez veces. Regresarla al horno para
que se dore el cadáver.
Untar la pasta de
tomate con ajo, cuidar que no se salga de los bordes, regresar a la gota esa de
salsa de tomate que se quiere escapar. Esparcir mozarela sobre el universo
rojo.
Cortar salame
milano a la mitad y colocarlo sobre la cama de queso en forma de ciclo de la
luna. De llena a nueva. Jamón curado en miel y encima de ello, un marble Jack,
cuatro lascas para darle forma de esfera de reloj.
Encima parmagiano
reggiano en virutas. Ir al jardín y cortar albahaca y ponerla encima. Basilico
le llaman los italianos a esa hoja aromática. Siempre me ha recordado al Basilisco
aquella bestia mítica que mataba con la vista. El rey de las serpientes y los
lagartos. Jim Morrison en planta.
Diez minutos más
al horno y dejar que los jugos de la salsa se hundan en la base. Extraerla y
ponerla en una sartén a fuego alto para tostar la base, llevarla al punto del
incendio para que selle y quede crocante.
Partirla en
cuadrantes y poner música vieja cubana. A Omara Portuondo y que suene “20 años”.
Yo siempre llego 20 años tarde a todo.
Sentarse con las
ventanas y puertas abiertas de la casa y dejar que el viento fresco del
infierno entre.
Verla. Ver la
pizza antes de comerla así como se come la nostalgia de ser un hombre grande y
solitario.
Provecho.
Provecho.
2 comentarios:
Por el título pensé que seria alguna historia turbia de las aventuras de un repartidor de pizzas... ya me dieron ganas de buena pizza...
No me gusta la pizza, aunque entiendo la catarsis de prepararla (algo así siento cuando preparo ceviches) pero la canción...uff...gracias por ponerla en tu blog y permitirnos escucharla otra vez. Saludos
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