Estaba en Antigua Guatemala y me avisaron que habías
nacido, mijo. Allí trabajaba yo traduciendo descripciones de prendas indígenas
al inglés, con un gringo de pelo largo que vino a Guatemala a mediados de 1970
y se quedó acá. Es antropólogo y trabajábamos en una oficina con muchas
plantas, cantos de aves, un gato cojo, cerveza y marihuana.
Ese día fue por la tarde y salí junto a Paco Fión… je, tu
tío Paco adoptado, ya la conoces, y fuimos para allá al hospital para verte por
primera vez. Yo iba muerto de miedo como quien va rumbo a lo desconocido. Tenía
la sensación de alguien que va a saltar al vacío. Y allí estabas, largo y
tendido en la sala maternal, acostado en una cápsula de plástico donde ponen en
exhibición a los recién nacidos como si fueran pedazos de pastel a la vista de
todos.
Eran las cuatro de la tarde cuando naciste y una hora y media
después, te estaba conociendo a través de un vidrio. No recuerdo mucho de ese
día sólo que iba muerto de nervios y sonaba Miles Davis en la radio del auto
porque había un especial por su nacimiento.
Sucede que compartes cumpleaños con ese jazzista que
agarraba la trompeta como una varita mágica y conjuraba hechizos que adormecen las penas, la vida, la alegría. Yo
escuchaba mucho jazz por aquel entonces. Estaba obsesionado con Miles, Chet
Baker, John Coltrane y Charlie Parker. Los cuatro trompetistas del Apocalipsis,
son lo mejor que pudo dar el mundo en materia de interpretación, composición y
mañas.
Por eso si debo decir algo sobre ti, Pablo, diría que eres
jazz. Tienes la personalidad de ese género musical: enigmático, con varios recovecos internos,
intensidad que va de lo suave a lo duro, mucho carácter, tímido, algo que se aprecia
mejor en soledad que en público. Miles te marcó como me marcó a mí
Hoy hace quince años que naciste, mijo. No te puedo decir
nada porque justo estás en la edad de la sordera y del espejo, donde te miras
por primera vez conociendo quien vas a ser de grande. Solo hay una verdad y es
la tuya. Qué te digo, sólo puedo apoyarte en esa búsqueda y por eso es que te
vas lejos de viaje a fin de año, a no saber de nadie sólo de ti mismo.
Si te puedo decir algo mío de esos años, tendría que decirte
hijo que yo no era un hombre, era un fenómeno natural. Las ciudades las
conquistaba de proa a popa y allí navegaba yo, en mi crucero de concreto e
intensidad. Ahora ya regresé a mi humanidad, sólo soy un viejo que recuerda y
que te quiere mucho como la cola de un chucho. Así es, yo y mis chistes malos.
Pero es cierto lo del cariño, mijo. Fui hasta el infierno y
por amor a ti, regresé para explicártelo, y es que tengo tanto y tanto por
contarte, que no sé si me alcanzará la vida o las palabras. Por sí te puedo decir algo hoy: el día que te conocí fue el día de tu cumpleaños, dormías plácido en una cuna transparente. Fue un sábado y yo estaba loco, Pablo.
Te quiero y te querré. Sube a mis hombros, hay camino para recorrer.
Te quiero y te querré. Sube a mis hombros, hay camino para recorrer.
Increible la forma de expresarte y la facilidad de las letras, pero seguro estoy que el amor lo hace más facil. Felicidades señor.
ResponderEliminarGracias mano :)
ResponderEliminarY se me llenaron los ojos de agua, porque se lee y se siente puro amor. Un abrazo a los dos: al hijo y al padre que es el reflejo de su hijo.
ResponderEliminarMuchas gracias Wicha, te mandamos un abrazo de vuelta para ti :)
ResponderEliminarWow, Felicidades a Pablo, la personas que nacen en mayo son muy especiales y raros en personalidad. Me sacó las lagrimas. Bendiciones,
ResponderEliminarGracias Xiomy, saludos para ti :D
ResponderEliminarEstupendo relato. Cargado de amor, no hay otra explicación cuando se es padre.
ResponderEliminarGracias Andrea, muchas gracias por la visita. Un abrazo!
ResponderEliminarGracias por compartir tu intimidad.... feliz cumple a los dos!!
ResponderEliminarGracias Ana :)
ResponderEliminar