Este el título de
la novela en formato digital de Christian Echeverría que presento mañana a las
15:00 horas en el marco de la Feria Internacional de la Lectura Infantil y
Juvenil de Centroamérica. La actividad se llevará a cabo en el Parque de la Industria, Pabellón Infantil de la feria. No falten y ahora les explico el por qué…
Leer en Guatemala
y en el mundo es una actividad de resistencia contra una marea de
superficialidad. Vamos, es una tarea casi tonta, digamos como ponerse a soplar
frente a las llamas que arrasan la selva de Petén.
Pero estamos en esto
por locos y por necios, más que por cuerdos y dóciles. Personalmente he
encontrado en la lectura un bastión para entender las razones de porqué estamos
como estamos, y del porqué somos como somos.
La lectura en
estos sacrosantos tiempos de las redes sociales se ha volcado a un ejercicio de
informarse de los efectos, mas no de las causas. Es lo más fácil, es lo más
inmediato. Aparecen así, análisis someros de los hechos cotidianos, tomando
como cierto, el mundo de apariencias del internet.
Aparecen así, los
analistas de lo pueril, los expertos en navegación, los que miran al dedo y no
al sol cuando se señala hacia arriba. Leer salva de ello, el conocimiento
pervive, no la llamarada de tusa del “expertaje” en todo. Que es nada.
La novela de
Echeverría – ampliaré esto mañana – es un espejo de lo acontecido hace dos años
en la mal llamada revolución de color de la Plaza. Indaga desde un campo de
acción mínimo y la visión de una generación cuasi post millenial.
¿Qué pasa en la
mente de un chico con vocación literaria al enfrentarse a los cambios sociopolíticos
de su país? Se enfrenta al desarraigo, a la corrupción total del sistema. A la
muerte de la esperanza. La posguerra tiene sus brazos largos.
Nos vemos mañana
a las tres pe eme para seguir la discusión.
(Sonrisa láser, De la Rut. Parte de la
banda sonora de la novela, elegida por Christian Echeverría)
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