He tenido desde
niño gran fascinación por la vida de caballería. El mito del rey Arturo me
cautivó desde pequeño, esa leyenda de las andanzas de su padre Uther Pendragon, Merlin, Morgana y la traición a Arturo de parte de Lancelot con Ginebra.
Recuerdo leer las correrías del Cid Campeador y su heroísmo en las guerras moriscas, recuerdo las caricaturas del Pequeño Cid. El Quijote me abrió los ojos a la tristeza y a lo patético del mundo y sus héroes. Los cosacos, la literatura de Gogol, me trajo el gusto por cabalgar la estepa.
Recuerdo leer las correrías del Cid Campeador y su heroísmo en las guerras moriscas, recuerdo las caricaturas del Pequeño Cid. El Quijote me abrió los ojos a la tristeza y a lo patético del mundo y sus héroes. Los cosacos, la literatura de Gogol, me trajo el gusto por cabalgar la estepa.
Dominar un
caballo es el triunfo del hombre sobre la bestia y dominar la guerra sobre un
batallón de caballería es dominar al hombre con la bestia. Es el triunfo del
acero en una mano, y la rienda de cuero sobre otra. Así se erigieron todos los
grandes imperios, todos.
Todo esto terminó en la Primera Guerra Mundial con la ametralladora.
Todo esto terminó en la Primera Guerra Mundial con la ametralladora.
Antes de la
batalla, siempre hay un discurso para llenar de coraje lo que el instinto de
conservación primario ordena: huir. Esos llamados al coraje lo hacen los reyes (los
de a caballo, no las efigies modernas de las casas españolas e inglesas) y los grandes generales. En el Señor de
los Anillos, hay uno que me eriza.
Es tan potente
que se puede traducir como un poema muy a los que traducía a diario Constantino
Kavafis y su amor por la literatura griega clásica harta de dioses del Olimpo. Así que acá les comparto mi traducción libre del discurso en forma de poema. Demás está decir, que lo seguiría al rey en batalla.
EL DISCURSO DEL
REY THÉODEN
(J.R.R. Tolkien / Traducción por J.P. Dardón)
Adelante
Y no teman a la
oscuridad
Levántense
Levántense
jinetes de Théoden
Las espadas
temblarán
Los escudos se
astillarán
Este es un día de
espadas
Un día rojo
¡Antes que salga
el sol!
¡Cabalguen ahora!
¡Cabalguen ahora!
¡Cabalguen!
¡Cabalguen por la
ruina
Y el fin del
mundo!
¡Muerte, muerte,
muerte!
¡Adelante Eorlingas!
¡Adelante Eorlingas!
Dan ganas de subir a un caballo y marchar junto a Theoden, sentir la brisa en el rostro y oír el trote de seis mil corceles cargando desde el horizonte, obtener inspiración de el sol reflejado en el bosque interminable de lanzas en fila y gritar: ¡MUEEEEEEEEEEEEEERTE!
ResponderEliminarMe gusto mucho aprendi mas sobre la lectura en voz alta
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