Siempre quise
bailar. Pero la vida me negó ese privilegio, ese don. Hay gente que sabe
pintar, otros bailan, otros arman cine. Yo escribo, acaso el más inútil de los
dones.
Tengo el super
poder de escribir. Describo cosas que veo y eso, pues, no tiene mayor mérito.
Quedarse sentado mirando a la nada, vaya talento.
- Bienvenido a los Xmen, ¿cuál es su
superpoder?
- Quedarme quieto mientras veo cosas y luego
las escribo.
- Entiendo, te sentaremos en esa esquina y
míranos jugar. Haz lo tuyo y nadie te irá a hablar. Te llamaremos Raro.
Pero miren al
bailador, al trapecista, el bailarín, el cisne ese de cuello largo y plumas por
dedos. Me da envidia, en serio que sí. En las fiestas era el sentado, allí
aprendí a ver a los demás, a describir sus danzas.
O sea que me hice
escritor por eliminación de dones. Vaya mérito.
Con lo que me
gusta la música no saber bailar es ser un incompleto. Y he tratado, créanme,
clases, aprendizaje en pista; nómbrenlo, lo he hecho. Brujería incluida.
Inclusive hay
mujeres que me han dicho que ellas me enseñarían a bailar de una vez por todas.
Fallaron. Es como querer cambiarme.
Mi estilo de
baile, que bailo a pesar de todo, es anarquista. Fabrico estertores en la
pista. Es divertido, pero quisiera hacer más, y no puedo. Bailo salsa como alma
en pena, cumbia cual palmera en tormenta. El tango para mí, sería como
practicar mis temblores de agonía antes de morir.
Me hubiera
gustado bailar, estudiar mi cuerpo, estirarlo a los límites. Tengo tamaño para
ello, sería un largucho balletista, mi piel brillante de luz y sudor,
elaborando una voluta en el aire. Volar.
Un danzarín de
barba. Sexy. O al menos así me quiero creer. Luego me veo al espejo y se me pasa.
Pero como les
dije arriba, soy un común. Y me acuerdo de esto y lo pienso cada vez que
escucho la canción Tiny Dancer, de Elton John. Que se hizo famosa allá en el
año 2,000 con la película Almost Famous.
Pero, obviamente,
la trascendencia de esta canción data de hace 45 años cuando un estrambótico
Elton la cantaba llenando estadios.
El tema es dulce,
con una remembranza nostálgica de pareja en los instantes álgidos, esos picos
de amor donde se tiene la certeza de la vida. Y de la caída.
La canción fue
escrita por Bernie Taupin y la música, obvio, Elton. La historia narra la
primera vez de una pareja que llegara a Los Ángeles y ella baila por las
calles, ella es bailarina y él, músico de rock.
La cotidianidad
abordada es la de la derrota, la melancolía que vendrá luego de la separación.
Nada es para siempre, y todo es para siempre.
Cada vez que escucho
esta canción me imagino bailando por las calles. Y ahora puedo verlo a través
del video de la canción que, al fin, tiene uno oficial. Fue patrocinado por
Youtube y cuenta la historia de una docena de personajes.
Todos cantando,
sentados, viendo. Haciendo lo que hacen los escritores: imaginar.
Algún día, podré
bailar.
Hold me closer, tiny dancer…
Hold me closer, tiny dancer…
Que te digo...bienvenido al Club de Bailarines frustrados. Me paso lo mismo desde los 6 años quise intentarlo pero en 1976 y tener un padre mexicano, era como condenarte por solicitar algo de esa naturaleza. Ni modo...ahí te ves. Saludos
ResponderEliminarYo quería cantar, algo así como una estrella de rock, entré en un concurso de canto y...me sacaron a campanazo limpio. Desde entonces ando en busca de algún talento...desde hace 35 años!!!. Por lo menos lo tuyo es escribir, así sea el menos glamoroso. Saludos
ResponderEliminar"Algún día, podré bailar", dice el autor.
ResponderEliminarQue siga imaginando.
¿Algún día podrá escribir?
Que siga imaginando.
interesante https://mundodeinvestigacionilmk.blogspot.com/
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